jueves, 10 de septiembre de 2009

extrañas relaciones

Es extraña lo rara que puede ser la relación entre dos personas. Se pueden cruzar palabras hirientes, o que al menos lo serían en situaciones normales, sin que lleguen a hacer daño. Puede convertirse en un hábito el hecho de responder con ironía, con contestaciones bordes o incluso insultos, aunque detrás de éstas se esconda un interés sincero.

¿Por qué tratamos de protegernos tanto ante las opiniones ajenas? Está claro, para que no nos hagan daño. Pero sobreprotegernos de ellas no nos hará bien, nos impedirá decir lo que realmente queremos decir. Puede llegar un punto en el que nos cueste, cada vez más, actuar con normalidad con esa persona, incluso decir lo que realmente se piensa, complicando las cosas de muchas maneras.

Hay momentos y momentos para decir las cosas, debemos aprender a distinguir, o al menos intentarlo, cuál es el oportuno, cuándo estamos con las personas adecuadas. Es posible que nos cueste confiar rápidamente en las personas, incluso puede ser que el esfuerzo sea muy grande pero, a pesar de los malos momentos que puede ocasionarte esta confianza, creo que las recompensas son mucho mayores.

Y no es sólo por la recompensa, ¿no se siente uno mejor al depositar la confianza en otra persona? Cuando esto ocurre la sensación de soledad disminuye, el tener a alguien a quien contar lo sucedido es gratificante, incluso puede ser la solución para nuestros problemas de exageración de los hechos.

El comportamiento humano es extremadamente complicado pero, espero, ir resolviendo pequeños misterios poco a poco.

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