Estaba sentada en la parada del autobús, la música me llegaba a los oídos a través de los cascos, aislándome del ruido exterior. El frío conseguía traspasar las barreras de ropa y llegaba a mi piel, mientras que mi respiración formaba una nube de vaho delante de mis ojos. Con las manos en los bolsillos veía a la gente pasar.
- ¿A dónde irán?
Un aroma inunda mi nariz, es el perfume de la persona que acaba de pasar, el latido de mi corazón se acelera un segundo, no quiero mirar, pero no puedo dejar de imaginarme como es ¿no dicen que el aroma de las personas dicen mucho de ellas?
Cierro los ojos un momento, respiro profundamente mientras intento disfrutar del frío sobre mi piel, ese frescor que despierta tus sentidos, que los pone alerta para luego ir adormeciéndolos. Un escalofrío me recorre de los pies a la cabeza. Empiezo a sentir fría la nariz, la entierro entre los pliegues de la bufanda, buscando algo de calor.
Vuelvo a abrir los ojos y sigo con la mirada, casi hipnotizada, la gente pasar. Mis pensamientos empiezan a volar, comienzan por lo que veo, lo que siento, para luego irse más lejos, muy lejos en el tiempo, para volver otra vez.
Una nota discordante me hace despertar de este estupor, muevo la cabeza, con intención de escuchar qué es lo que me distrajo a pesar de la música que golpea mis oídos.
Miro a mí alrededor ¿cuánto tiempo habrá pasado? Nadie se ha dado cuenta de nada, veo la misma expresión que debería haber tenido reflejada en sus rostros. Algunos hablan entre ellos, buscando entrar en calor, pero la mayoría permanece en un estado de semiinconsciencia, con la mente muy lejos de esta fría parada.
¿Cuánto faltará para que llegue? A penas pronuncio esto en mi mente, hace su aparición. La gente va despertando lentamente de su sueño y se dirigen, todavía somnolientos, hacia la puerta.
Otra vez ese olor. No quiero mirar, sólo veo una espalda acompañada con una mochila. Respiro profundamente para que su aroma se quede en mi memoria. Lentamente subimos al cálido interior.
Ya dentro, el recuerdo del perfume abandona mi mente por un segundo. Una mano aparece entre los asientos y agarra la mía. Me giro sorprendida y nuestras miradas se cruzan.
- ¿dónde habías estado todo este tiempo?
1 comentario:
Me ha encantado. Es increíble; el tuyo y el mío comparten una esencia que no sabría explicar. Y es curioso que lo escribiéramos prácticamente en la misma fecha (tú el 11 y yo el 10 de noviembre).
Lo cierto es que leyendo tu texto puedo imaginarme el tiempo y el espacio de aquello que relatas. Estoy casi segura de que en ese momento, necesitabas describir palabra por palabra lo que estabas viendo y sintiendo. Después, frente a la pantalla de un ordenador o ante un folio en blanco, es más sencillo describir y relatar una historia en apariencia sencilla, pero con una carga emotiva muy grande. ¿Por qué? Pues precisamente porque la has experimentado...
Un besito y ¡sigue así!
:-)
www.mejor-a-escondidas.hazblog.com
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